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lunes, 20 de julio de 2020

NUESTRA DEHESA DE HOY Y SIEMPRE. Artículo publicado en el libro: Homenaje a la Feria de Alcaracejos 2020


Nota.- Hay que aclarar que la feria tradicional de Alcaracejos en honor a la Virgen del Carmen cada 16 de Julio  no se pudo celebrar este año, a causa del coronavirus, sin embargo la Corporación Municipal decidió imprimir el libro de feria, donde fue publicado este articulo. Se realizaron unas jornadas culturales de una semana también inconclusa por el brote de Córdoba capital.
Soy una enamorada de la dehesa, en ella nací y  a ella he regresado y no me canso de contemplarla:  sus horizontes, sus cielos henchidos en los atardeceres, los despertares con el zureo de las palomas, y cuanto más la ando e  investigo, más la disfruto. La  sustenta una roca madre que por sus características graníticas aflora por todas partes dando lugar a un suelo poco evolucionado como resultado de la evolución del granito, el paisaje emergente y la mano del hombre. La dehesa como paisaje es una evolución de lo que fuera el bosque mediterráneo, aún visible en los cerros cubiertos  de sotobosque organizado   en  niveles. Arriba las copas de los Quercus: encinas, alcornoques, acebuches, quejigos y hasta robles. Un paraíso para anidar, dar de comer  a animales, sombra, madera y riqueza en fin. Más abajo se afanan los arbustos: majuelo, lentisco, coscoja y juagarzos, espacio ideal para la  seguridad y cobijo de: ciervos, jabalíes, conejos,… incluidas  las abejas. No hay que olvidar que este nivel es el más esquilmado por el hombre, de ahí que la dehesa se  defina como  paisaje antrópico. Este cincelado, da lugar a un espacio abierto compartido entre: árboles,  ganado, agricultura y  aprovechamiento forestal. Despejado el matorral, crece el mundo de los pastos moteados de gamonitas, amapolas, lavandas, tomillos y multitud de flores más que tod@s conocemos. Si hiciera una relación de lo recibido de este hermosísimo paisaje, y sin ánimo de exagerar, podría llenar páginas ;  amén de  su cooperación  que evitará la desertización mientras exista,  , También a ella le debemos nuestras comunidades  nuestras casas y nuestras vidas, y de su belleza, inspiración de arte y folclor. ¿Se le puede  pedir más?.
Pero hasta aquí  solo hemos hablado  de la casa,  obviar a sus  moradores  sería  injusto e incorrecto, dado que hemos definido  la dehesa  como un paisaje antrópico (palabra proveniente del griego ánthropos-anthropicos= ser humano- humano), es decir,  el bosque mediterráneo modificado por nuestros ancestros remotos asentados  desde hace miles de años como podréis comprobar en el Interesantísimo Museo Arqueológico de Villanueva de Córdoba. Se replicaron en hombres y mujeres con la experiencia  impresa en sus genes: pastorearon, roturaron  campos, aprovecharon  el corcho, cazaron, sacaron el mineral de las entrañas de la tierra,  en perfecta armonía con el medio. Pero si a nivel de suelo somos una unidad comarcal,  en términos de población estuvimos divididos en tres  subcomarcas hasta bien entrado el siglo 19;  y ni que decir, que cada una tenía sus propios intereses que a menudo  invitaban al conflicto: Condado de Belalcázar, Señorío de Santa Eufemia y Las Siete Villas (a las que pertenece Alcaracejos).
Aquí se vivieron  guerras, repoblaciones  con los que hoy son nuestros antepasados más recientes. Se tejieron paños que fueron famosos en la Corte de Castilla y que a través de Canarias llegaron hasta Las Américas,  hubieron  hambrunas, pestes y emigraciones, se pagaron muchos impuestos a reyes y señores, se crearon nuestros pueblos, se levantaron iglesias y conventos, se abrieron y cerraron minas, vinieron y se fueron los trenes, y los que pudieron permanecer, permanecieron. Gentes que con  amor y  sabiduría, heredados de padres y madres y luego  trasmitidos a hijas e hijos, supieron mimar, entender y aceptar lo que esta tierra les procuraba a base de muchísima: entrega  y sacrificio “ , El Espíritu de la Dehesa de Los Pedroches”.. Con el tiempo ellas y ellos  supieron evolucionar haciendo posible el hoy. Un hoy bastante diferente al de hace tan solo cuarenta o cincuenta años.  Atrás quedaron los  oficios de sol a sol, del arado, trillo, burros y fiambreras. Su esfuerzo y su capacidad para adaptarse  crearon un nuevo concepto de campo. Pero en este salto se produjeron  dolorosas  pérdidas  de los  que tuvieron que buscar la vida fuera de nuestros pueblos. Cuantas y cuantos paisanos  tuvieron que marcharse, cuantas casas cerradas, cuantas calles entristecidas por años. Destinos a: Alemania, Francia, Barcelona, Madrid… .Gentes que llevaron consigo “El Espíritu de la Dehesa”, con él hicieron grandes los lugares  a los que llegaron, el mismo que los sostendría como grupo  y no  perder su identidad.   Muchos se aferraron a lo suyo conservando su folclor, recreando su entorno en la medida de lo posible.. Un camino alimentado  de añoranza  y  correspondido, de igual manera,  por los que se quedaron. Lo comprobamos en las conversaciones en las que  las casas y las tierras nunca dejan de ser de  los que las vivieron aunque tengan nuevos moradores, como si la pertenencia en el recuerdo pudiera hacerlos presentes o devolverlos.
Pero el tiempo imparable pasó, y todos crearon historia allá donde el destino los llevó como aquí,  mujeres y hombres se ataron al destino de la dehesa para crear el presente.
 El campo del S.XXI es algo más que campo, es un espacio  multiproductivo y complejo que seguirá  transformándose en la medida en que sus gentes sigan convirtiéndose en gentes de su tiempo. A saber: Es  muy notable la   tecnificación  agrícola-ganadera en Los Pedroches  a la vez que,  poco a poco, se va creando  infraestructura en  comunicaciones y servicios imprescindible para el desarrollo. 
El buen hacer de agricultores y ganaderos que apostando  por lo ecológico y la excelencia,   ven sus productos, con denominación de origen, posicionados en los mejores mercados. A la cabeza, el cerdo ibérico de los Pedroches, mientras que  La Covap con su control de calidad, es acreedora de múltiples reconocimientos, además de mantener vivo el cooperativismo, tan importante en la historia económica de Los Pedroches. El tejido empresarial se diversifica y crece aunque lento propio del espíritu rural. Con este camino andado, quizá no esté lejos el tiempo de mirar con confianza hacia un  modelo de turismo  sostenible.
El momento es favorable, la gente tiende a reencontrarse con  pueblos y  campos de sus antepasados, y la tendencia se ha acentuado con el inesperado Covid 19. Los pasos dados  y los que se seguirán dando, más el valor de nuestro dehesa con su fauna, flora, recursos paisajísticos rurales y urbanos: ferias, fiestas  museos, centros  termales etc., seguirán haciendo un magnifico   tándem  basado en la sostenibilidad y el cuidado mutuo.  El camino vendrá de la apuesta por más plazas hoteleras, casas rurales de cal y granito y la oferta suficiente de una cocina versátil y moderna que hunda sus raíces  en la estupenda gastronomía tradicional de Los Pedroches.
Cierto es que el futuro es de todos los que aquí vivimos, pero  a corto y mediano plazo el trabajo, que requiere el modelo de estos tiempos, recaerá irremediablemente en las y los jóvenes que en el presente están llegando al mercado del trabajo con  carreras u oficios. Escogerlos teniendo en cuenta la  demanda   es de vital importancia para no tener que emigrar.  Ojalá y en sus planes exista la promesa hacia esta tierra a la que amamos, porque vivir en la dehesa de los Pedroches, y no me canso de repetirlo,  es un privilegio.

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