Nota.- Hay que aclarar que la feria tradicional de Alcaracejos en honor a la Virgen del Carmen cada 16 de Julio no se pudo celebrar este año, a causa del coronavirus, sin embargo la Corporación Municipal decidió imprimir el libro de feria, donde fue publicado este articulo. Se realizaron unas jornadas culturales de una semana también inconclusa por el brote de Córdoba capital.
Soy una enamorada de la dehesa,
en ella nací y a ella he regresado y no
me canso de contemplarla: sus horizontes, sus cielos henchidos en los
atardeceres, los despertares con el zureo de las palomas, y cuanto más la ando
e investigo, más la disfruto. La sustenta una roca madre que por sus
características graníticas aflora por todas partes dando lugar a un suelo poco
evolucionado como resultado de la evolución del granito, el paisaje emergente y la
mano del hombre. La dehesa como paisaje es una evolución de lo que fuera el
bosque mediterráneo, aún visible en los cerros cubiertos de sotobosque organizado en niveles.
Arriba las copas de los Quercus: encinas, alcornoques, acebuches, quejigos y
hasta robles. Un paraíso para anidar, dar de comer a animales, sombra, madera y riqueza en fin.
Más abajo se afanan los arbustos: majuelo, lentisco, coscoja y juagarzos,
espacio ideal para la seguridad y cobijo
de: ciervos, jabalíes, conejos,… incluidas
las abejas. No hay que olvidar que este nivel es el más esquilmado por
el hombre, de ahí que la dehesa se
defina como paisaje antrópico.
Este cincelado, da lugar a un espacio abierto compartido entre: árboles, ganado, agricultura y aprovechamiento forestal. Despejado el
matorral, crece el mundo de los pastos moteados de gamonitas, amapolas,
lavandas, tomillos y multitud de flores más que tod@s conocemos. Si hiciera una
relación de lo recibido de este hermosísimo paisaje, y sin ánimo de exagerar,
podría llenar páginas ; amén de su cooperación que evitará la desertización mientras
exista, , También a ella le debemos
nuestras comunidades nuestras casas y
nuestras vidas, y de su belleza, inspiración de arte y folclor. ¿Se le
puede pedir más?.
Pero hasta aquí solo hemos hablado de la casa,
obviar a sus moradores sería
injusto e incorrecto, dado que hemos definido la dehesa como un paisaje antrópico (palabra proveniente
del griego ánthropos-anthropicos= ser humano- humano), es decir, el bosque mediterráneo modificado por nuestros
ancestros remotos asentados desde hace
miles de años como podréis comprobar en el Interesantísimo Museo Arqueológico
de Villanueva de Córdoba. Se replicaron en hombres y mujeres con la
experiencia impresa en sus genes:
pastorearon, roturaron campos,
aprovecharon el corcho, cazaron, sacaron
el mineral de las entrañas de la tierra, en perfecta armonía con el medio. Pero si a
nivel de suelo somos una unidad comarcal, en términos de población estuvimos divididos
en tres subcomarcas hasta bien entrado
el siglo 19; y ni que decir, que cada
una tenía sus propios intereses que a menudo invitaban al conflicto: Condado de Belalcázar,
Señorío de Santa Eufemia y Las Siete Villas (a las que pertenece Alcaracejos).
Aquí se vivieron guerras, repoblaciones con los que hoy son nuestros antepasados más
recientes. Se tejieron paños que fueron famosos en la Corte de Castilla y que a
través de Canarias llegaron hasta Las Américas,
hubieron hambrunas, pestes y
emigraciones, se pagaron muchos impuestos a reyes y señores, se crearon
nuestros pueblos, se levantaron iglesias y conventos, se abrieron y cerraron
minas, vinieron y se fueron los trenes, y los que pudieron permanecer, permanecieron.
Gentes que con amor y sabiduría, heredados de padres y madres y
luego trasmitidos a hijas e hijos,
supieron mimar, entender y aceptar lo que esta tierra les procuraba a base de muchísima:
entrega y sacrificio “ , El Espíritu de
la Dehesa de Los Pedroches”.. Con el tiempo ellas y ellos supieron evolucionar haciendo posible el hoy.
Un hoy bastante diferente al de hace tan solo cuarenta o cincuenta años. Atrás quedaron los oficios de sol a sol, del arado, trillo,
burros y fiambreras. Su esfuerzo y su capacidad para adaptarse crearon un nuevo concepto de campo. Pero en
este salto se produjeron dolorosas pérdidas de los que tuvieron que buscar la vida fuera de
nuestros pueblos. Cuantas y cuantos paisanos tuvieron que marcharse, cuantas casas
cerradas, cuantas calles entristecidas por años. Destinos a: Alemania, Francia,
Barcelona, Madrid… .Gentes que llevaron consigo “El Espíritu de la Dehesa”, con
él hicieron grandes los lugares a los
que llegaron, el mismo que los sostendría como grupo y no perder
su identidad. Muchos se aferraron a lo suyo conservando su
folclor, recreando su entorno en la medida de lo posible.. Un camino alimentado
de añoranza y correspondido,
de igual manera, por los que se
quedaron. Lo comprobamos en las conversaciones en las que las casas y las tierras nunca dejan de ser de los que las vivieron aunque tengan nuevos
moradores, como si la pertenencia en el recuerdo pudiera hacerlos presentes o devolverlos.
Pero el tiempo imparable pasó, y
todos crearon historia allá donde el destino los llevó como aquí, mujeres y hombres se ataron al destino de la
dehesa para crear el presente.
El campo del S.XXI es algo más que campo, es
un espacio multiproductivo y complejo
que seguirá transformándose en la medida
en que sus gentes sigan convirtiéndose
en gentes de su tiempo. A saber: Es muy notable
la tecnificación agrícola-ganadera en Los Pedroches a la vez que, poco a poco, se va creando infraestructura en comunicaciones y servicios imprescindible
para el desarrollo.
El buen hacer de agricultores y
ganaderos que apostando por lo ecológico
y la excelencia, ven sus productos, con
denominación de origen, posicionados en los mejores mercados. A la cabeza, el cerdo
ibérico de los Pedroches, mientras que La
Covap con su control de calidad, es acreedora de múltiples reconocimientos,
además de mantener vivo el cooperativismo, tan importante en la historia
económica de Los Pedroches. El tejido empresarial se diversifica y crece aunque
lento propio del espíritu rural. Con este camino andado, quizá no esté lejos el
tiempo de mirar con confianza hacia un
modelo de turismo sostenible.
El momento es favorable, la gente
tiende a reencontrarse con pueblos y campos de sus antepasados, y la tendencia se
ha acentuado con el inesperado Covid 19. Los pasos dados y los que se seguirán dando, más el valor de
nuestro dehesa con su fauna, flora, recursos paisajísticos rurales y urbanos:
ferias, fiestas museos, centros termales etc., seguirán haciendo un magnifico tándem basado en la sostenibilidad y el cuidado
mutuo. El camino vendrá de la apuesta
por más plazas hoteleras, casas rurales de cal y granito y la oferta suficiente
de una cocina versátil y moderna que hunda sus raíces en la estupenda gastronomía tradicional de Los
Pedroches.
Cierto es que el futuro es de
todos los que aquí vivimos, pero a corto
y mediano plazo el trabajo, que requiere el modelo de estos tiempos, recaerá
irremediablemente en las y los jóvenes que en el presente están llegando al
mercado del trabajo con carreras u
oficios. Escogerlos teniendo en cuenta la
demanda es de vital importancia
para no tener que emigrar. Ojalá y en
sus planes exista la promesa hacia esta tierra a la que amamos, porque vivir en
la dehesa de los Pedroches, y no me canso de repetirlo, es un privilegio.
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